Al inicio del siglo XXI, el teatro en España presenta unas características importantes que le hacen muy distinto de aquel que se producía durante las dos últimas décadas del siglo pasado. El aumento de salas subvencionadas por las autonomías como de salas independientes, ha dado la oportunidad tanto a actores como a directores, de poder presentar obras utilizando las nuevas tecnologías. En el desarrollo del teatro actual han jugado un papel muy significativo los centros de enseñanza teatral que forman nuevos profesionales. Dentro de este ambiente de euforia teatral se ha puesto de relieve el importante papel del dramaturgo, y han aparecido nuevas formas de escritura dramática. En la renovación del teatro el autor ha impuesto sus pautas. El escenario ya no es ni interior ni exterior, la escena empieza a ser un espacio que se transforma según la necesidad de la palabra pronunciada o el silencio... El actor se convierte en un instrumento en forma humana, que mediante su movimiento y su voz conduce la “palabra” hacia el público. La dirección traspasa la frontera del surrealismo y crea sobre el escenario, aquellas convenciones que le regala el texto dramático.
Después de siglos en los que se imponía la figura del dramaturgo en el hecho teatral, durante estas dos décadas se ha liberado una nueva fuerza escénica, que es la figura de la dramaturga. El teatro escrito por mujeres no se encuentra en oposición al estatus ya impuesto, sino que ha dado un aire distinto a la nueva escena creada al inicio de este siglo. Un papel principal en este cambio lo ha tenido la temática social que empieza a representarse. Es verdad que en la sociedad actual, los temas sociales ya no son “temas prohibidos», ya se debate sobre la desigualdad de los géneros, la violación y el mal trato ya no son “problemas femeninos”. Así surge una nueva dramaturgia que toca temas candentes de nuestra sociedad, y ¿quién va a tratar mejor esos temas que una dramaturga? Los primeros textos de autoras dramáticas que han aparecido en el teatro español llevan en sí un nuevo aire, no sólo en su temática sino también en su forma, en sus diálogos y monólogos.
El presente libro es fruto de una llamada abierta a este nuevo teatro e intenta dar espacio a las dramaturgas españolas. Estos dos tomos, pretenden ser el vínculo que va a acercar la dramaturgia española femenina, dentro y fuera de los límites de un estado, porque el teatro es un el arte extrovertido por excelencia. Dentro de estas hojas el lector y el profesional del teatro conocerán las nuevas teorías teatrales, las nuevas tendencias, pero sobre todo la pluma de la mujer dramaturga.